Una historia que necesita continuación

JA llegó con el aire del invierno, con ese peinado de lado y una corbata muy bien hecha que descansaba en su lugar correctamente fue cuando R lo vio por primera vez, no recuerda su primer pensamiento, pero recuerda haberle dicho que Don Quijote de la Mancha le había enseñado a levantarse y seguir luchando y con esa barata descripción de Cervantes le describió su empeño de trabajo. Él se la creyó y la contrato. La relación comenzó positivamente, los primeros días R portaba trajes sastres que terminó cambiando por un vestir más casual, al menos que la ocasión lo ameritaba. Él no dejo de portar corbatas y trajes, su vestir no estaba en boga pero eso era lo que menos le importaba. Ella al principió leyó hasta cansarse, gráficas, reportes, análisis, descripciones que llevaba a su vacio espacio. Lo primero que su lugar tuvo con personalidad propia fue un bote de basura. No dejó de solicitar las herramientas que le permitieran establecerse y poder llamar a eso "su lugar" con su propia extensión y su toque personal, un lugar al que volvería cada mañana.

Los años pasaron y JA se volvió en el tutor que ella siempre soñó, le enseño del mundo y mucho más, le enseño a identificar que no todos los días se amanece con acento inglés, que no todos los días la mente sirve como grabadora personal, que no todos los escritos tienen la verdad y que las cosas se deben hacer para "simple stupid people", que las azoteas sirven como sala de juntas y que la mercadotecnia es lo que más le gustaba a los dos. Pasaron muchas horas juntos dentro de los 5 años en los que trabajaron para la misma empresa, ella corría a su voz y él siempre quiso que ella acudiera a la suya. Los minutos pasaban rápido cuando de estar repartiendo deberes se trataba, la vida corría y sólo se podían tener aciertos.

JA y R compartieron misiones secretas, archivos que fueron eliminados después de haber sido trabajados y presentados, conversaciones que la sorprendían al descubrir que estaba sentada en la banqueta contándole con confianza y soltura que estaba comprando flores, él se reía de sus aventuras y R las compartía cuando se daba la ocasión.

JA vio en ella una oportunidad, la más fresca oportunidad de ser maestro, guía y un hombre con el cual soñar. La manera en la que la llamaba cambiaba cada día, podía ser en diminutivo que era su favorito, hasta sinónimos de niña, ¿si el inglés fuera el idioma sería kid el ideal? Él se convertiría en el protagonista de Casablanca y sencillamente le diría kid a esa mujer. Ellos nunca tuvieron ni París, ni se volvieron a encontrar en Marrakech ni Sam tocaba su canción favorita, no había romance, ni jamás lo hubo y no lo habrá. Pero siempre tendrán recuerdos juntos.

A ella la sorprendió en repetidas ocasiones, JA representaba para R el hombre al que le contestaba todas las llamadas, toda pregunta e invitación, era difícil negarse, cambió viajes, itinerarios, horas de comida, de dormir, de descanso con tal de seguir adelante.

No todas las convivencias fueron alegres, no todos los momentos tuvieron un tono agradable para el oído, pero todo marcaba la vida, su vida.

Hoy R recuerda a JA como su mejor mentor, un jefe que le enseñó las verdaderas trincheras laborales, a sintetizar y no justificarse. Si hoy R ve para atrás y recuerda simplemente lo recuerda y le da una mención honorífica a la bondad y enseñanza.

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