La historia que no ha sido platicada

Siempre he sido la persona favorita de mi papá. Mi mamá quería tener un hijo/a más y el señor de la casa se negaba a la idea, ya se puede ver que V ganó y llegué a este mundo.
Él siempre ha sido pasivo, tranquilo, charlador, bromista y de ideas fijas. El día en que salió por la puerta de la casa en la que vivíamos, se fue con él una gran parte de mi, las palabras con las que puedo describir esa sensación de desprendimiento son: a donde vayas yo iré contigo y siempre estarás en mi corazón. Lloré mucho, lo quise enfrentar de la mejor manera que mi capacidad mental me ayudó pero jamás podré recordar ese momento sin que se me apachurre ese órgano rojo que se encuentra dentro de mi.
Ese año en el invierno yo ya vivía en Inglaterra, las Navidades llegaron y con ella las tarjetas de buenos deseos, recuerdo estar sentada en la sala del loft en el que vivía oyendo música con 2 tarjetas en la mano. Una sería para mi mamá y otra, evidentemente, para él. Ahí enfrente un divorcio y lo que sería el resto de mi vida.
A pesar de los 17 años que vivimos juntos y la madurita edad de mi ser, las dudas y tristezas se presentan como el sol de la mañana, no hay manera de evitarlas. Saber que todos los fines de semana desayunábamos juntos y esa actividad no se iba a volver a repetir es hasta hoy lo que más me dolía, como puedes compartir tu vida con alguien y a la mañana siguiente verlo salir con maleta en mano.
A partir de ahí mi relación se hizo más estrecha ya que los momentos en los que nos veríamos sería por el gusto de vernos.
Él no ha sido nada participe de mis viajes, que me vaya a vivir a otros países le ha causado todo menos satisfacción y hoy volvemos a la misma rutina del adiós.
H es inmensamente feliz cuando me encuentro en este bendito desempleo, como lo describiría él, no por el hecho de no ir a un pupitre cada mañana, sino por las muchas actividades que le gusta hacer conmigo en estas épocas de la vida. Durante la ocasión anterior íbamos todos los días al club, nadábamos, tomábamos el sol, charlábamos con nuestros amigos de la 3ra. edad y así pasé el verano, cada día elegíamos un restaurante distinto y las tardes viendo películas en el sofá de casa le hacían la vida plena. En esta ocasión el pago del estacionamiento del club no ha hecho que esos días se vuelvan a repetir. Así que nos vemos con menos frecuencia. Siempre me ha ayudado en lo que he necesitado y esta vida de desempleo en la peor crisis económica, contractura total él se ha portado como un campeón!!!
Pero mi campeón no enfrenta la realidad, no quiere escuchar que quizá me vuelva a ir, que tengo una opción B y no es en este país. El viernes quedamos de pasar la tarde juntos y esa tarde de verano le volveré a hablar de mis planes por más que le choquen.

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